BY PELLAS DEVELOPMENT GROUP

El Arbol Viajero

The Traveling Tree

El concepto de Guacalito de la Isla se establece sobre ciertos principios fundamentales, entre cuales se encuentran el desarrollo sostenible, la conexión con la naturaleza, y el compartir experiencias multigeneracionales. Las medidas que estamos dispuestos a tomar para rescatar a uno de los residentes más emblemáticos, grandes y antiguos del proyecto no debieran de extrañarle a nadie. Cuando nos percatamos que la construcción de la glorieta del portón principal amenazaba la supervivencia de un magnífico ejemplar de árbol de Guanacaste (entrelobium cyclocarpum), la solución era evidente: había que trasladar el árbol. Don Carlos Pellas incitó a su equipo a no escatimar esfuerzos ni gastos.

Entre los árboles endémicos a las tierras bajas tropicales de Centro y Sur América, el Guanacaste es considerado el más majestuoso y estéticamente agradable. Es el árbol nacional de la hermana república de Costa Rica y nombra a la provincia más famosa de ese país. El Guanacaste puede alcanzar alturas impresionantes de hasta 35 metros, con troncos de hasta 4 metros de diámetro. Son capaces de sobrevivir por varios siglos.

Trasladar a un hermoso árbol de 150 años, 10 metros de altura y con un peso de un millón de libras, puede ser una odisea formidable. A pesar de que nuestro árbol no es el mas grande jamás transplantado, se trata de una hazaña de ingeniería compleja que exige meses de preparación. Contratamos a Environmental Design, una empresa estadounidense especializada en transplante de árboles, para implementar la mudanza.

Los preparativos iniciaron en febrero del año en curso con la excavación de una zanja amplia de 2 metros de profundidad alrededor de la base del árbol, a distancia radial de 1 metro desde el tronco. Esta “cebolla” posteriormente se revistió de madera y el árbol se dejó en su lugar para que las raíces se acostumbraran a su nuevo recinto. El árbol logró sobrevivir y prosperar. Al paso de algunos meses estaba ya listo para ser trasladado.

A mediados de noviembre los especialistas arbóreos llegaron para ejecutar la mudanza final. Optaron por arrastrar el árbol en vez de izarlo debido a su peso colosal. Se cavó una trinchera de 1 metro de profundidad lo suficientemente ancha para acomodar a la cebolla y dos retroexcavadoras, enlazando al árbol con su futuro sitio de reposo a 40 metros de distancia. Un par de retroexcavadoras posteriormente insertaron 24 tubos de carcasa de acero de pozo petrolífero de 3 metros de largo, formando una línea recta paralela al suelo debajo del revestimiento de madera de la cebolla. Luego colocaron un cable de acero por debajo de la fila de tubos y lo halaron en ambas direcciones para rebanar cualquier raíz que continuara enganchada. Se colocaron dos ligaduras de acero alrededor de ambos extremos de las tuberías y esta plataforma rígida se sujetó firmemente al conjunto del árbol con cadenas de acero de 3/8” y telas de costal.   Una vez que se logró deslizar el cable sin resistencia por debajo de la tubería, la cebolla quedó desligada del suelo y nuestro Guanacaste estaba casi preparado para andar.

El día siguiente, 18 de noviembre de 2011, una multitud se aglomeró a presenciar el nacimiento de una leyenda. Hasta el mismo Don Carlos, con séquito de reporteros y equipos de filmación, se apareció para asistir al espectáculo. Con todo en juego, una retroexcavadora y un buldózer cuidadosamente elevaron el extremo delantero de la plataforma de tubería mientras otra máquina colocaba una placa metálica con borde curveado debajo del ensamblaje de tubos, así fabricando una especie de trineo que también se fijó a la estructura del árbol. A medida que el buldózer impulsaba desde atrás a toda máquina, las dos retroexcavadoras tiraban de cables acoplados al borde delantero del trineo en una maniobra coreografiada. Todos contuvimos la respiración al ver las delicadas ramas de la copa mecerse en el cielo azul brillante y el Guanacaste por fin se movió!

Al transcurrir casi ocho horas, el Árbol de Don Carlos, como le hemos apodado afectuosamente, se situó exitosamente en su nuevo hogar entre apretones de mano. En adelante, brillará como destaque central del recién acabado complejo del portón principal, dando la bienvenida a la nueva Familia Guacalito y su descendencia durante los siglos venideros. Su leyenda rendirá eterno tributo a nuestro compromiso de proteger el maravilloso entorno de la Costa Esmeralda nicaragüense. Aquellos que tuvimos la suerte de presenciar el espectáculo jamás olvidaremos el día en que el árbol se movió. Unos pequeños pasos para un hombre, un gigantesco salto para un árbol.

Sustainability, a connection to nature, and multigenerational experiences are three of the main guiding principles upon which the concept of Guacalito de la Isla is founded. It should come as no surprise that we would go to great lengths to save one of our project’s most emblematic, enormous, and longest-lived residents. When construction on the main entrance roundabout threatened the livelihood of a beautiful specimen of Guanacaste tree (enterolobium cyclocarpum), the solution was obvious: we had to move the tree. Don Carlos Pellas encouraged his team to spare no expense or effort.

The Guanacaste is considered the most majestic and esthetically pleasing tree endemic to the tropical lowlands of Central and South America. It is the national tree of neighboring Costa Rica and lends its name to that country’s most famous province. Guanacastes can grow to an awesome height of 35 meters, with trunks measuring up to 4 meters in diameter. They can survive for hundreds of years.

Moving a gorgeous, 10 meter tall, 150 year-old, 1 million pound tree can be quite an ordeal. Though ours is not the largest tree to ever be transplanted, this is a complex engineering feat requiring months of preparation. Environmental Design, a tree transplant specialist company from the US, was hired to implement the move.  

Preparations began in February of this year, with the excavation of a 2-meter deep trench around the base of the tree, at about a 1-meter radius from the tree trunk. This “rootball” was encased with a wooden box and the tree was left in place for the roots to settle into the new enclosure. The tree survived and thrived. A few months later, it was ready for travel.

In mid November, the tree specialists arrived to execute the final move. Due to its massive weight, they decided to drag the Guanacaste rather than hoist it. A 1-meter deep trench wide enough to accommodate the rootball and two track hoe excavators was dug connecting the tree to its new resting site 40 meters away. Next, the excavators took turns inserting 24 3-meter oil well casing pipes in a straight row parallel to the ground beneath the rootball, and a sharp steel cable was swung below the pipe layer and pulled back and forth to slice through any remaining roots. Two steel clasps were placed around either ends of the pipes, and the rigid platform was snuggly fastened to the tree structure using burlap covers and 3/8” steel chains. As soon as the cable was able to slide freely underneath the pipes, the base of the rootball was dislodged and our Guanacaste was all-set to move.

The next day, November 18th, 2011, an eager crowd assembled to witness a legend in the making. Don Carlos himself was on-hand for the momentous occasion, with reporter and film crews in tow.  With everything on the line, a backhoe excavator and a bulldozer gently lifted the front end of the pipe platform, while a third machine inserted a metallic plate with a curved edge underneath it, forming a sled which was also carefully fastened to the tree structure. Bringing up the rear, the bulldozer pushed with all its might while 2 backhoes tugged from cables at the front of the sled in a choreographed maneuver. Everyone held their breath as the tall branches swayed in the light blue sky. The Guanacaste finally moved!

A full eight hours later, handshakes broke out as Don Carlos’ Tree, as we fondly call it, was finally hauled into place as the crowning centerpiece of the Main Gate Complex. This majestic tree will stand guard to welcome the new Guacalito Family and their descendants for generations to come. Its legend will pay eternal tribute to our commitment to protect the breathtaking environment of Nicaragua’s Emerald Coast. Those of us lucky enough to witness the spectacle will never forget the day the tree was moved. A few small steps for a man, one giant leap for a tree.  

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